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¿Qué pasó con la ingeniería de detalle del Metro de Bogotá?

Por Andrés Felipe Giraldo L.

El 5 de mayo se cumplió una prórroga más de las que le ha otorgado el Distrito al consorcio chino que está encargado de la construcción del Metro de Bogotá para entregar los diseños de ingeniería de detalle. El 30 de marzo la alcaldesa anunció, con su típico tono de mamá regañona, que de no cumplir ese plazo se aplicarían las sanciones de rigor en contra del consorcio por incumplimiento. Pues bien, han pasado 16 días más y no aparecen los diseños completos. Ni la alcaldesa se ha pronunciado.

De acuerdo con el portal “Integral, ingenieros consultores”, “podría decirse que la ingeniería de detalle comprende el conjunto de documentos definitivos que se preparan para ser entregados en la obra para la construcción o en el taller para la fabricación”.  Para complementar, el portal “urany.co”, menciona que la ingeniería de detalle es “la fase en la que quedan determinados todos y cada uno de los subsistemas y componentes que integran un proyecto, pues el objetivo de esta especialidad es definir de manera precisa su ejecución. La ingeniería de detalle comienza con la consideración de su viabilidad; esto constituye la base del proyecto. Los datos recopilados durante esta etapa son, todavía, sometidos a una fase de refinación que permite evaluar y corregir los puntos que signifiquen una debilidad durante la ejecución de dicho proyecto”. Es decir, “sin la ingeniería de detalle el proyecto no se puede ejecutar, porque son los planos y las especificaciones técnicas de la obra que se le entregan al contratista para hacer la obra. Sin eso, no se puede iniciar la construcción”, me confirmó un ingeniero civil experto en grandes obras de infraestructura. En otras palabras, más allá de demoliciones y compra de lotes para los patio-taller, sin los diseños de ingeniería de detalle el Metro de Bogotá no tendrá un solo riel, ni un solo pilote enterrado, ni una sola estación. Solo ruinas y lotes pelados. Pero parece que a la alcaldesa, a solo siete meses de terminar su mandato, no le importa. Su silencio sobre el plazo que ella misma anunció es atronador.

Claudia López, mientras embolata a la ciudadanía con el Festival de la Fritanga, los urras por los reconocimientos internacionales al obsoleto sistema de transporte de Transmilenio y por el Pabellón de Urgencias del Hospital de Kennedy, que inauguró la semana pasada, omite deliberadamente contarle a la ciudadanía qué pasó con esos estudios y qué medidas está implementando el Distrito para que se cumpla con la entrega de los mismos. El silencio de la Empresa Metro de Bogotá también es preocupante y por qué no decirlo, sospechoso. Mientras anuncian con bombos y platillos la licitación pública internacional para la construcción de la segunda línea, los diseños de ingeniería de detalle de la primera línea no aparecen. Y el Distrito no toma acciones. 

Para nadie es un secreto que Peñalosa firmó el contrato con el consorcio chino a las volandas, a solo dos meses de terminar su mandato y con los estudios incompletos. Incluso, varios candidatos a la alcaldía de la época, incluyendo a López, demandaron la construcción del Metro elevado ante el Consejo de Estado. Luego López se retractó, como se ha retractado de la mayoría de promesas que hizo en campaña, especialmente las relacionadas con el transporte y la movilidad en la ciudad, y decidió seguir adelante con el adefesio del Metro elevado por las multas que debía asumir el Distrito con el consorcio en caso de deshacer el contrato.

Por lo visto, le preocupan mucho las multas que debería pagar el Distrito, pero no procede con las sanciones cuando el contratista no cumple con los plazos. Y es que el consorcio chino que está adelantando las obras del Metro, al cual Peñalosa le entregó el contrato, tiene varios escándalos de corrupción en obras que están o estaban ejecutando en varios lugares del mundo, e incluso fue sancionado por el Banco Mundial desde 2009 hasta 2017 por fraude y actos de corrupción en Filipinas. Este no es un detalle menor, teniendo en cuenta la facilidad con que las empresas corruptas operan en Colombia llenando los bolsillos de los intermediarios y sin que las obras se vean jamás o, en el mejor de los casos, queden mal hechas. Los ejemplos sobran.

Mientras sigue el debate sobre si es mejor el Metro elevado o subterráneo para Bogotá, la ciudad está destrozada por todas las obras de adecuación para el Transmilenio, y la movilidad es un verdadero suplicio en donde la gente pasa horas metida en interminables trancones que deprimen aún más la precaria calidad de vida en Bogotá, la alcaldesa parece complaciente con un consorcio incumplido y cuestionado. El silencio de la alcaldesa es cómplice y genera al menos curiosidad, teniendo en cuenta la contundencia con la que anunció sanciones en caso de que no se cumpliera el plazo que ella misma otorgó.

Peñalosa recién posesionado en su segundo mandato anunció que el Metro iniciaría obras en 2017 y empezaría a funcionar el 2020. No cumplió. Luego, su entusiasta secretario de Gobierno, Miguel Uribe Turbay, se comprometió con que el Metro iniciaría operaciones en 2022. Por supuesto, tampoco se logró. Peñalosa una vez más anunció que las obras empezarían en 2022 y la operación en 2025. Como era de esperarse, tampoco se logró. Y ahora el gerente del Metro, Leonidas Narváez, se une al coro de optimistas diciendo que el Metro entrará en operaciones, con precisión, el 15 de marzo de 2028. Lo dudo. Como han dudado los bogotanos desde la década de los ochenta, cuando ya se anunciaba la dichosa construcción del Metro que siempre se queda en falsas promesas. Claudia López debería ser consecuente con las expectativas de la ciudadanía y contarle a la opinión pública qué pasó realmente con los diseños de detalle de ingeniería del Metro y si es del caso aplicar las sanciones que correspondan. De nada le sirve a estas alturas, próxima a culminar su mandato, meter el polvo debajo del tapete. 

Si bien el Concejo de Bogotá ahora está en campaña política para las próximas elecciones y usualmente por esta época abandonan el control político para dedicarse al cálculo electoral, algún concejal responsable le debería preguntar a la alcaldesa por esta situación. El silencio del Concejo también aturde. 

Es evidente que el Metro elevado no era la mejor opción para Bogotá y que los estudios del Metro subterráneo estaban mucho más avanzados. Sin embargo, Peñalosa sembró primero su bandera firmando el contrato para el Metro elevado y le dejó un problema mayúsculo a la ciudad que Claudia López se comprometió a resolver, mal que bien, avanzando con la construcción de las obras. Según la alcaldesa, la ejecución del Metro va por el 20%. Esta cifra, lejos de animar, debería preocupar. Y mucho. Un 20% de ejecución y solo se ven destrozos, demoliciones, lotes pelados y un caos infinito. La realidad es que del Metro no hay nada y no podrá haber nada hasta que no estén completos los diseños de ingeniería de detalle que no aparecen y que la alcaldesa no reclama.

Según el anuncio de la alcaldesa, a partir del 6 de mayo se aplicaría una sanción de 50 salarios mínimos por cada día de retraso en la entrega de los diseños de ingeniería de detalle. Pasados 16 días, esta suma debería ascender a 928 millones de pesos. Pero no sabemos si efectivamente el consorcio chino será sancionado porque ni la empresa Metro ni la alcaldesa dicen nada. Hay un 20% de ejecución del presupuesto pero los bogotanos no vemos ni rastros del Metro, el consorcio no aparece con los diseños de ingeniería de detalle y la administración distrital no se pronuncia.

Qué panorama más desalentador para una ciudadanía a la que el Metro más que un proyecto se le convirtió en un chiste, en una obra eternamente inconclusa, en una promesa por siempre incumplida. Preocupa que la construcción del Metro esté en manos de un consorcio acusado de corrupción en varias partes del mundo, que no aparezcan los diseños de ingeniería de detalle y que la alcaldesa guarde silencio. El tiempo sigue pasando y más allá de anuncios y demoliciones del Metro no se ve nada. Lo único que tiene la Alcaldía para mostrar a estas alturas es un vagón solitario sin estaciones y sin rieles que pasean sobre la carga de un camión de evento en evento como una burla para quienes creemos que una ciudad tan grande como Bogotá requiere con urgencia un Metro, necesario para mejorar un pésimo sistema de transporte.

Alcaldesa, una vez más le pregunto como lo he hecho a través de twitter los últimos 16 días ¿En dónde están los diseños de ingeniería de detalle de la primera línea del Metro de Bogotá? Si el consorcio no los entregó ¿Dónde están las sanciones que usted se comprometió a aplicar por el incumplimiento? La ciudadanía exige respuestas porque es el dinero de los impuestos están allí comprometidos. La ciudadanía exige respuestas porque la movilidad en Bogotá es insoportable y la paciencia se agota. La ciudadanía exige respuestas porque usted se comprometió con ese pésimo proyecto del Metro elevado a pesar de que la mayoría de opiniones expertas sugieren construir el Metro subterráneo. Ojalá dé esas respuestas antes de que se acabe el mandato y no haga lo de su predecesor Enrique Peñalosa, que tiró unos estudios avanzados a la caneca por pura animadversión personal contra Petro y nos dejó metidos en un pésimo proyecto con un contrato billonario firmado. No se vaya sin dar las respuestas. Y si no tiene las respuestas o las quiere ocultar, al menos mienta. Usted lo hace bien.

* Fotografía tomada de la página del Metro de Bogotá. 

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