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Terroristas democráticos

Por Andrés Felipe Giraldo L.

Se les ve deámbulando por las redes sociales como almas en pena lanzando alaridos de dolor porque, según ellos, Petro se va a perpetuar en el poder. Entre estos ejemplares se destacan el presidente del Concejo de una de las ciudadades más importantes del país que pareciera que ya empezó su campaña a Senado o Cámara, vociferando cosas absurdas como que el Presidente va a decretar el estado de conmoción interior para no llamar a elecciones. El cabildante llegó a su puesto sin conocer la portada de la Constitución, porque no sabe algo tan sencillo como que el Presidente no “llama” a elecciones. Las elecciones están programadas por la Registraduría y el Presidente solo puede acatar las fechas. Nada más. A pesar de que Colombia es un país en exceso presidencialista, el primer mandatario no tiene poderes sobrenaturales y mucho menos facultades inconstitucionales. Sin embargo, este presidente de Concejo asume que la mayoría de la gente es ignorante, como él, y que cualquier cosa la van a creer. Desafortunadamente tiene razón, en un porcentaje altísimo, porque en Colombia la gente se informa a través de la prensa tradicional, que es capaz de inflar especulaciones como estas aunque sepan que están hablando de algo absolutamente ridículo e inviable.

El otro personaje dirige una de las bancadas más numerosas de la oposición, y ha creado toda una teoría que, yéndole bien, tomaría al menos un par de años para concretarse. Es decir, cuando todo el plan macabro de Petro que se fragua en su cabeza ofrezca resultados, el próximo Presidente, que ya no será Petro, va a estar posesionado y en ejercicio del cargo. Este Honorable Senador, que es algo así como el Peter Pan de la política, una “joven” promesa que ya llega a sus 50 años y que ha reptado por todos los gobiernos, se ha empeñado en asegurar que Petro va a lograr las mayorías en la Corte Constitucional para que esta apruebe una reforma para conseguir la reelección. Lo que no ha dicho es que esa reforma no está haciendo tránsito en ninguna parte, no se ha discutido, no se le ha dado ningún debate, y no vive más que en la cabeza de una congresista delirante que se ganó su curul en lista cerrada a la que, en ese aspecto, no le para bolas ni el Presidente. Pero lo importante es meter el terror, asustar a la gente, hacerles creer que lo que solo es posible en años pase en meses, abusando, una vez más, de la ignorancia popular y de la falacia de autoridad, de la que podría hacer uso un Senador jefe de la oposición. Qué desperdicio.

Y para rematar, cierra este desfile un expresidente cuyo padre también gobernó como producto de un fraude electoral por allá en 1970. El hijo del fraude le envía una carta al Presidente legítimamente electo para preguntar si va a respetar las elecciones de 2026. Una ironía histórica digna del Macondo gigante que es Colombia. Según el exmandatario, la política es contagiosa, y de acuerdo con su lectura, lo que pasa en Venezuela va a pasar en Colombia solo porque a él se le ocurre. Desgasta explicar una vez más por qué en Colombia no hay ninguna dictadura, porque para Petro será imposible perpetuarse en el poder, empezando por la simple razón de que no quiere, hasta otras más institucionales como que la Constitución no se lo permite, el Congreso se le opone y no tiene a las Fuerzas Militares para que le caminen con este propósito, solo por mencionar algunas que por sí solas harían inviable cualquier intención en este sentido.

Hay muchos más, sin embargo, estos tres ejemplos son lo suficientemente gráficos para comprender cómo se manipula a la opinión pública a partir del miedo que provoca la información tendenciosa, imprecisa, acomodada y falsa que surge de personas que deberían generar algún tipo de respeto y de credibilildad. Pero con estas acciones lo único que logran es perder las dos.

Sin embargo, estos amargos y oscuros personajes logran inculcar terror entre una ciudadanía mayoritariamente lega en temas políticos, que en su vida han visto una Constitución Nacional, que creen todo lo que publican los noticieros tradicionales, que aunque ya se ven poco, consiguen que los que los ven sean caja de resonancia de sus desinformaciones y falsedades. Además, usan sus redes sociales como púlpitos de adoctrinamiento para modular sus tonos solemnes que parecen serios e incontrovertibles, con producciones audiovisuales precarias pero convincentes, cuando no son más que una fábrica de especulaciones y mentiras dignas de un libreto de ficción.

Yo me resisto a creer que lo que impulsa a estas siniestras figuras de la política nacional sea la ignorancia. Porque es evidente que en 2026 va a haber elecciones y que muy seguramente no las ganará ningún candidato de la izquierda, por razones que ya trataré en otra columna. Lo que realmente impulsa a esta gente a meter terror con base en suposiciones sin fundamento, teorías conspiranoicas ridículas y preocupaciones impostadas que no son más que deseos de figurar en un debate público cada vez más insustancial y degradado, es eliminar de tajo cualquier posibilidad que tenga la izquierda de obtener buenas votaciones en las elecciones de 2026. Porque cualquier buen resultado de la izquierda en las elecciones de 2026 estará bajo sospecha. La intención de estos metafísicos perversos y tarotistas políticos de ocasión, es la de minar la credibilidad de la izquierda a como dé lugar, sobre todo en cuanto a su respeto por los procesos democráticos y las instituciones, lanzando estos feroces ataques al Presidente de la República, un Presidente que estos tres bufones de la verdad detestan porque jamás pensaron que llegaría allí.

Petro ha tenido que gobernar estos dos años largos con estos ataques casi a diario. Desde las campañas de 2018 y 2022 la derecha repite como un mantra que Petro es Chávez o Maduro y que hará lo mismo que ellos. Ha transcurrido más de la mitad de su mandato y a ningún militar con algo de honor se le ha escuchado que Petro haya hecho insinuaciones en este sentido, y para cualquier estudioso de la política o simple ciudadano con sentido común es claro que ningún dictador puede hacerse al poder sin el apoyo de las las armas del Estado. Es sencillamente imposible. Por eso es claro que Petro ni quiere ni puede perpetuarse en el poder. Pero debe enfrentarse a este terrorismo de especulaciones, conjeturas y bulos como a quien acusan de ladrón sin haber robado nada.

Por eso nuestro deber democrático es desenmascarar a estos personajes y exponerlos a la opinión pública con argumentos, datos e información veraz. No hay otra forma de atacar la mentira que con la verdad. No hay otra forma de contrarrestar la bajeza que con altura. No hay otra forma de devolverle la dignidad al ejercicio de la política que con honestidad. Pero no nos pidan que nos quedemos de brazos cruzados viendo cómo atacan al primer gobierno de la izquierda de toda la historia con las mentiras más rastreras para que jamás volvamos al poder.

Así no, estimados farsantes. Así no, apreciados terroristas de la democracia. Así no.

*Fotografía tomada del TL de Pablo Felipe Robledo.

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