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Los inicios del anime moderno

Por James Fredy Bernal Peña
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Estimados hermanos, sean bienvenidos a su cofradía alzada en armas de tinta y pluma. Hoy quiero comenzar con un saludo que se usa en Japón cuando dos personas auguran una buena relación, sea esta de trabajo, personal, de amistad o incluso si se espera algo más de la otra persona: 

よろしくお願いします” (Yoroshiku onegaishimasu).

Este saludo tiene varios significados y puede ser usado en cualquier contexto, pues no solo expresa un respeto profundo, sino que también es cálido y amable. Desea que esa relación que se comienza tenga una larga duración esperanzada en el conocimiento del otro y su voluntad de cuidarnos. Normalmente se complementa con un buenos días, quedando así: 

おはようございます よろしくお願いします(Ohayō gozaimasu, yoroshiku onegaishimasu).

 Ahora, cuando traducimos la primera parte tenemos un saludo básico: 

おはようございます” (Ohayō gozaimasu) – Buenos días.

Y, luego, tenemos nuestra frase especial: 

よろしくお願いします” (Yoroshiku onegaishimasu).

Aquí quiero ser lo más honesto que puedo con ustedes y me gustaría explicarles lo que puede significar este saludo, ya que es una expresión japonesa difícil de traducir directamente a una sola frase en español. Tiene varios significados y usos dependiendo del contexto. Algunas de las posibles traducciones incluyen:

“Por favor, cuida de mí”.

“Por favor, trátame bien”.

“Espero que podamos llevarnos bien”.

“Por favor, haz lo que puedas por mí”.

“Quedo a tu disposición”.

“Confío en ti”.

“Por favor, cuento contigo”.

“Espero trabajar contigo”.

“Por favor, ayúdame si es posible”.

“Gracias de antemano”.

Además, es una forma de mostrar cortesía, respeto y apertura hacia la otra persona.

Se utiliza comúnmente al principio o al final de una conversación, al conocer a alguien por primera vez, al solicitar un favor o, como es mi caso en este artículo, porque espero poder seguir con ustedes durante muchos años y que seamos cómplices durante este viaje. 

Es cierto, este saludo quedó un poco largo, pero vale la pena entender su complejidad. Y sin más preámbulo, es momento de tomar su taza, acomodarse y nos fuimos. 

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:La_politesse_japonaise.jpg
Joseph de La Nézière, Public domain, via Wikimedia Commons

Retomando donde dejamos en nuestro artículo anterior, la década de 1940 fue una época difícil para los nipones y llena de limitaciones para la animación. Quiero destacar que a partir de aquí el panorama se abrió un poco más para la animación japonesa, pues ya no hablamos solo de dibujantes dispuestos a darse la oportunidad en este nuevo arte que cada vez tomaba más fuerza. 

Para esta época, los escritores comenzaron a tener un rol importante en los proyectos de animación y, pese a que la falta de tecnología limitaba las ideas, también aparecía en escena el que se puede considerar como el primer director de animación en Japón. Porque, bueno, siempre hay personas valientes dispuestas a darle una oportunidad a lo novedoso. Estamos hablando de Kenzō Masaoka. Este tipo es una verdadera leyenda en el mundo de la animación japonesa. 

Su primer corto salió a la luz en 1943 bajo el nombre de “Kumo to Chūrippu”, y cuenta la historia de una araña y un ratón. Es un corto genial porque usa un montón de técnicas y estilos diferentes para contar una historia que te deja con una sonrisa en la cara. Masaoka, pese a que en principio pasó desapercibido, posteriormente figuró en la historia. 

Con la llegada de la década de 1950, Japón se encontraba en un período de reconstrucción después de los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Este contexto tuvo un impacto significativo en la industria del entretenimiento, incluyendo la animación. Aunque la producción de animaciones era limitada debido a las dificultades económicas y la censura impuesta por las autoridades de ocupación, esta década vio algunos intentos valientes de experimentación en dicho campo. 

Aquí tenemos de nuevo a Masaoka con el primer corto japonés que comienza a romper las reglas impuestas hasta el momento:  “Osaru no Sankichi: Totsugeki-tai” (1950), que trata sobre un grupo de monos que aprenden a pilotear aviones. Además de entretener, este corto refleja el espíritu de la época al fusionar elementos de fantasía con la realidad de la posguerra.

Aunque la producción de animaciones en la década de 1950 fue relativamente escasa y enfrentó numerosos desafíos, figuras como Kenzō Masaoka desempeñaron un papel crucial al mantener viva la creatividad y la innovación en la animación japonesa. Sus trabajos ayudaron a sentar las bases para el florecimiento del anime en las décadas siguientes, demostrando que incluso en tiempos difíciles el arte y la imaginación pueden encontrar formas de prosperar.

si ustedes quieren ver dos cortos de este director, les dejo el link para que puedan acceder a ellos.

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Kenzo_Masaoka-_Monkey_and_Crabs_(1939).ogv

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Kenzo_Masaoka-_Nonsense_Story,_Vol.1-Monkey_Island_(1930).ogv

(Internet Archive, Public domain, via Wikimedia Commons).

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/60/Chikara_to_onna.jpg
Kenzo Masaoka, Public domain, undefined

Ahora sí, lo que todos estábamos esperando: el auge del anime moderno, la década de 1960.

La década de 1960 fue un período crucial para el anime japonés, marcado por un crecimiento significativo y una evolución en la industria. 

Con la llegada de las nuevas tecnologías, las salas de proyección tomaron fuerza y se abarrotaron de personas que buscaban en el cine la nueva forma de entretenimiento y una manera más rápida de conseguir información. Pero nada revolucionaría a esta industria  como lo hizo en aquel entonces la llegada de la televisión. 

Durante esta década, el anime experimentó un aumento masivo en la popularidad, en gran parte debido a la llegada de la televisión a los hogares japoneses. Esto permitió que el anime llegara a un público mucho más amplio y diverso que nunca antes.

Uno de los eventos más destacados de esta década fue el lanzamiento de “Astro Boy” (también conocido como “Tetsuwan Atomu”) en 1963, creado por el legendario Osamu Tezuka. Esta serie fue la primera serie de anime japonesa en transmitirse a nivel internacional y se convirtió en un éxito tanto en Japón como en el extranjero. “Astro Boy” sentó las bases para muchas de las convenciones y tipos del anime moderno, por lo que Tezuka es ampliamente considerado como una figura fundamental en la historia de este género. La animación japonesa comenzó  a tener una identidad propia adoptando el nombre que todos conocemos hoy en día: el anime. 

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Astro_Boy_pixel_art_painting_in_Tokyo,_2019_-_797.jpg
Another Believer, CC BY-SA 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>, via Wikimedia Commons

No podemos olvidar que a medida que el anime se consagraba como la nueva forma de entretención predilecta para los nipones, y un producto que comenzaba a trascender fronteras y barreras idiomáticas, el manga también empezó a cambiar. Pero ¿cuáles fueron los cambios en las dos industrias?

Cuando comenzamos este viaje hablábamos del artista, ese que dibujaba en pro de contar historias, que luego tuvo apoyo en los juglares y sus narrativas, quienes a la postre se convirtieron en los primeros escritores que apoyaron al dibujante y así nacieron las historias intrincadas, tramas complejas y desarrollo de los personajes.  El manga siguió manteniendo esta línea hasta que la industrialización de Japón lo llevó a que se abrieran los primeros estudios para la cooperación y elaboración no solo de manga, sino también de la nueva apuesta sobre la animación japonesa. 

Quienes se reunieron en estos estudios se rodearon de dibujantes que ya no necesitaban venir de una familia de artistas, sino que acudían a su talento y a las ganas de presentar un producto que abarcara los dos formatos: manga y anime. Estos estudios comenzaron a tener un afluente de personas que se especializaban paulatinamente en diversas áreas: dirección, dirección de fotografía, diálogos, entintadores (encargados de colocar color o sombras a los dibujos), diseñadores de personajes. Juntos empezaron a construir empresas fuertes y determinadas a darse a conocer. 

Lo que antes se realizaba por separado ahora tuvo un lugar donde converger. Los estudios comenzaron enfocados en la producción de anime y se vieron en la necesidad de incluir a muchas más personas. En esta época los equipos de trabajo se conformaron de la siguiente manera en su “orden de importancia” dentro la estructura: 

Director Creativo:

Esta era la persona que se encargaba de la idea original y de resumirla. Por lo general era el más interesado en sacar el proyecto adelante.

Dibujante:

Era el responsable del arte gráfico visual del proyecto.

Director de animación:

Era quien decidía cómo se narraba la historia visualmente. 

Compositores de Música:

Se encargaban de elaborar las partituras y acompañaban con música de acuerdo a lo ocurrido en la escena. 

Productores:

Estas personas eran las que se encargaban de la publicación una vez terminado el proyecto, pero también apoyaban consiguiendo patrocinadores externos que permitieran financiar el proyecto. 

Escritor o Guionista:

Era quien a partir de la idea reconstruía la historia, también diseñaba y desarrollaba las tramas, así como los personajes a lo largo de las escenas. 

Bien, sé que es posible que este “orden de importancia” no encaje con nuestra realidad actual, ya que siempre se nos inculca que todos los trabajos son importantes dentro de cualquier organización. Pero en ese momento de la historia, las personas más importantes para los estudios de animación eran los dos primeros, mientras que el escritor siempre estuvo relegado a ser uno de los roles de menos importancia.

No podemos ignorar que este nuevo arte visual trajo consigo muchas ideas y  la expansión de la creatividad en una amplia variedad de géneros de anime. Además de las series de ciencia ficción como “Astro Boy”, también surgieron series de géneros como la comedia, la aventura, el drama y la fantasía. Esto incluyó series como “Kimba, el león blanco” (1965) de Osamu Tezuka y “Princesa caballero” (1967) de Shotaro Ishinomori y Osamu Tezuka.

Otra serie notable fue “Tetsujin 28-go” (1963), creada por Mitsuteru Yokoyama, que presentaba a un gigantesco robot controlado por un niño y que ayudó a establecer el género del mecha anime.

La década de 1960 también presenció avances significativos en la tecnología de animación. Los estudios de animación japoneses comenzaron a adoptar técnicas más sofisticadas, como la animación limitada y el uso de celdas de acetato. Esto permitió una mayor calidad visual y una producción más eficiente de anime.

En resumen, las décadas de 1930 a 1960 marcaron un período de desarrollo crucial para el anime japonés, desde sus primeros pasos hasta su consolidación como una forma de arte reconocida a nivel nacional e internacional. A través de la experimentación, la innovación y el trabajo de figuras influyentes como Osamu Tezuka, el anime sentó las bases para su expansión y evolución en las décadas siguientes.

Bien, queridos hermanos, creo que es suficiente por hoy. Quizás sea un poco frustrante que los que navegamos entre las letras aún no tengamos el lugar que nos merecemos en este punto de la historia, pero no pierdan las esperanzas, aún nos falta camino por recorrer y les prometo que esta no es la última palabra al respecto. 

Como siempre, espero que se hayan divertido tanto como yo al escribir para ustedes.  

Me despido para volvernos a reencontrar en una próxima entrega, no sin antes enviarles un fuerte abrazo y el buen augurio de quien siempre los quiere bien. 

James “Sagara” BernalPeña.

 Como siempre, recuerden que nos pueden escribir a nuestro Email, estamos prestos a sus comentarios y sugerencias o si desean que escribamos sobre un tema específico relacionado con el anime y el manga: james.linotipia@gmail.com.

*Créditos imagen principal:

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cosplay_of_Rikku_from_Final_Fantasy_X_at_Anime_Expo_2016_(28086758623).jpg

Oliver Ayala, CC BY 2.0 <https://creativecommons.org/licenses/by/2.0>, via Wikimedia Commons

 

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