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Los cursos de redacción

Por Andrés Felipe Giraldo L.

En el año 2018 viví en Alemania, pues acompañé a mi esposa (hoy exesposa) mientras ella hacía un doctorado. Mis posibilidades laborales estaban tremendamente restringidas porque el idioma y mis deberes domésticos se convirtieron en obstáculos insalvables para lanzarme a la calle por una oportunidad. Antes de que la pandemia pusiera de moda la virtualidad, decidí inventarme un método de enseñanza para incentivar en otros el único talento genuino que creo que tengo: Escribir. Así pues, elaboré un plan de trabajo a punta de intuición y convoqué a gente cercana que estuviera interesada en hacer parte de este proceso, cobré una suma módica y empecé a dar sesiones de creación literaria muy a tientas, a punta de ensayo y error. Todo, por supuesto, de manera virtual, a través de la plataforma más evolucionada que había en ese momento, Skype, ahora tan obsoleta por la fuerza de la diversificación y la tecnología.

Afortunadamente para mí, las personas que hicieron parte de este primer curso fueron indulgentes porque eran amigos. Todo fue experimentación y el resultado era incierto. Sin embargo, al final del curso cada participante tenía un texto escrito que se fue perfeccionando a medida que avanzaron las sesiones y la satisfacción de todos en el proceso me motivó mucho. Por eso decidí reflexionar sobre el proceso, repensarlo y así elaboré un nuevo plan de trabajo para el siguiente curso, detallando qué haría en cada sesión y cuál debería ser el avance.

Así empecé a estructurar un curso cada vez más elaborado, más predecible y con métodos de evaluación y seguimiento más rigurosos. El proceso tomó forma. En estos cuatro años he ido perfeccionando el programa y el método y el curso ha ido ganando prestigio y credibilidad. Personas dispersas por todo el mundo lo han tomado, desde Taipei hasta La Paz en Bolivia, el curso se ha fogueado en lugares que yo quisiera conocer. Un buen porcentaje de participantes han hecho el curso dos y tres veces y en este momento las dos personas que me apoyan con las sesiones grupales fueron participantes del mismo en algún momento.

Crear es un proceso difícil. Enseñar a escribir parece pretensioso, siendo este un objetivo de la infancia, pero esto va más allá del simple acto de plasmar palabras en un papel. En nuestros cursos incentivamos pensar y sentir para escribir, apelamos a las sensaciones, los sentimientos, las experiencias y las emociones para que el resultado sea funcional al trámite de algún pendiente del participante que busca drenar su alma, interpretar algún episodio de su vida o enviar un mensaje para el que no encontraba las palabras adecuadas. Entonces, sin pretenderlo, escribir resulta también terapéutico y sanador, pero no porque sea nuestra intención, sino porque los participantes nos lo han manifestado. El curso ha sido terapéutico hasta para mí, que recién separado, desempleado y tremendamente deprimido en 2021 decidí volverlo mi principal fuente de ingresos. En medio de una tristeza abrumadora las fuerzas siempre me dieron para llegar hasta el computador a dar las sesiones para diez participantes que fueron tremendamente comprensivos con mi proceso y también, a partir de mis propias emociones, encontramos los insumos literarios para crear desde la tristeza y la depresión que me embargaban a mí en aquel momento. No solo encontré un motivo para levantarme de la cama y abrir las cortinas, además pude llenar la nevera en los meses más difíciles de mi vida.

Así pues, después de cuatro años de aventuras, letras, creaciones y cursos, el próximo 23 de enero iniciamos un nuevo recorrido en estas lides. En las sesiones grupales me acompañará el gran Adolfo Ochoa, participante de los cursos justo en mi etapa de depresión más fuerte, quien es periodista del País de Cali, premio nacional de periodismo Simón Bolívar en la categoría juvenil y apasionado por este cuento, quien logra meterse en la piel de los participantes para sacar lo mejor de su repertorio.

Es tremendamente gratificante para nosotros haber llenado nuestro cupo de 20 participantes en esta oportunidad un mes antes de haber empezado el curso y tener ya personas inscritas para nuestro próximo curso. Además, ver cómo desde varias cuentas de Twitter recomiendan nuestro trabajo es supremamente conmovedor y nos motiva a mejorar cada día. Estamos comprometidos para que 2023 sea el año del despegue y estos cursos pasen a ser parte de un proyecto mucho más grande y ambicioso que se llama Linotipia, el nombre de nuestro portal y nuestra empresa, que quiere ofrecer muchos más servicios como una empresa líder en el sector editorial.

Nuestra ilusión, junto con Francisco Javier Méndez, actual director de Linotipia, es que este año podamos formalizar nuestra empresa y avanzar en las publicaciones editoriales de las mejores creaciones del curso que no son pocas, y encontrar por fin en este proyecto una fuente estable de ingresos y una empresa sólida que le brinde a las personas la posibilidad de aprender a pensar para escribir a través no solo de los cursos, sino también de talleres presenciales de inmersión literaria, aprovechando la infraestructura hotelera de varios familiares en las cercanías de Bogotá, tutoriales didácticos en video y servicios editoriales para escritores emergentes.

Ilusión es la palabra que mejor define nuestro proyecto.  La ilusión de que 2023 va a ser el año de nuestro despegue y nuestra consolidación para poder brindar a la gente las herramientas que los enamoren de este arte creativo que dibuja con palabras, que expresa a través de párrafos bien elaborados lo que las personas recuerdan, imaginan, sienten o piensan. Lograr que esta idea que nació como una huida al desempleo por allá en 2018 y por el que ya han pasado más de 100 participantes se consolide como una forma de vida nos motiva y nos impulsa a ser cada vez mejores, a llenar las expectativas de una labor cada vez más competida, pero, sobre la que tenemos la gran ventaja de habernos ganado un nombre, un prestigio y mucha credibilidad lograda a pulso a punta de responsabilidad, disciplina, constancia y compromiso.

De mi parte, toda la gratitud para todas las personas que han participado en nuestros cursos y para todas las personas que nos recomiendan. Escribir es nuestro arte y además es mi gran pasión. Siempre he dicho que yo no escribo para vivir porque eso me haría una persona aún más amargada de lo que soy porque tendría que depender de una editorial y de las librerías para comer. Yo vivo para escribir y aunque mi obra publicada es escasa, acá en este portal podrán encontrar los trazos de mi creación y en mis redes sociales podrán notar que no puedo parar de producir ideas en esta labor bonita que es traducir la madeja de los latidos y los pulsos neuronales en letras que sean comprensibles y, además, estéticamente aceptables para un público cada vez más meticuloso y exigente.

Hoy me levanto muy contento a preparar las sesiones que empezaremos en un par de semanas. Madrugo con una sonrisa porque esta pasión por escribir la he vuelto contagiosa. Me reto porque no son pocas las personas con gran recorrido en las letras que creen que con nosotros pueden mejorar. Escribir es nuestro arte y lo perfeccionamos a diario con quijotes que le han apostado a esto como un proyecto de vida. Vamos que vamos con todas las ganas y toda la ilusión para que en este mundo tan hostil cada vez haya más letras y menos balas, para que las personas se tengan que tomar el tiempo de traducir lo que tienen en la cabeza y en el corazón para que se las vaya la ira con la que podrían matar a otro, vamos a perpetuar letras que trasciendan generaciones y que sean la expresión de nuestra cultura, las letras jamás mueren porque ellas son la raíz misma de la historia.

Me levanto con todo el entusiasmo y todas las ganas para vivir de lo que me gusta, la definición más cercana de lo que es la felicidad. Les voy a leer con devoción y voy a tomar sus textos como si fueran míos. Gracias por creer en nuestra empresa, gracias por creer en mí, gracias por darle vuelo a la capacidad de contagiar esta pasión. Ustedes son el aire que me mantiene vivo y no puedo más que honrarlos dando lo mejor de mí y lo mejor de este proyecto con las personas invaluables que me acompañan. Los cursos de redacción son la puerta de entrada a este mundo ilimitado de la creación literaria. Bienvenidos y bienvenidas siempre. Gracias de corazón. Escribir es nuestro arte.

*El logo de linotipia es creación original de Nicolás Giraldo Vargas.

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