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La defensa de la institucionalidad para negar lo evidente

Por Andrés Felipe Giraldo L.

La corrupción pública está desbordada. El Estado Social de Derecho que proclama la Constitución de 1991 pende de un hilo. La separación de poderes que garantiza el sistema de pesos y contrapesos entre las ramas del poder público está en entredicho. La democracia electoral está profundamente cuestionada, viciada y corrompida. La legitimidad del Gobierno se desvanece, mientras van apareciendo más y más audios que revelan las movidas turbias de la campaña de Duque y su partido para llegar a la Presidencia. Las Fuerzas Armadas, lejos de cumplir con su misión constitucional de proteger la vida, honra y bienes de todos los colombianos, se ven envueltas casi a diario en escándalos de corrupción, abusos y crímenes en contra de la población que deberían proteger. Dirán que son solo unas manzanas podridas, como lo hacen siempre. Pero cuando son tantas y tan frecuentes, deberían dejar de culpar a las manzanas para ver qué es lo que está pasando con el árbol. Pero no lo hacen. Prefieren decir que son sucias campañas de desprestigio de “izquierdistas radicales”. Es más fácil y, además, ese discurso les permite continuar con la intimidación, el acoso y la persecución en contra de los que llaman izquierdistas radicales.

Los sectores más reaccionarios creen que develar todo esto es un ataque contra las instituciones, porque no perciben (o no quieren percibir), que los ataques más feroces en contra de las instituciones no provienen de quienes las critican, sino de sus propios representantes, que no diferencian entre lo público y lo privado ni entre lo social y lo individual, y así se aprovechan de los cargos de la función pública para satisfacer intereses particulares y ambiciones políticas. Porque quienes critican a las instituciones no están atacando los edificios que estas ocupan o los principios constitucionales que las soportan. Están criticando justamente a los funcionarios que están saqueando, abusando y desprestigiando a las instituciones con sus acciones y comportamientos.

No le hace daño a la Fiscalía el que critica a Francisco Barbosa por usar los recursos de esa entidad como si fueran propios, violar la cuarentena para sacar a pasear a su hija y a una amiga de ella a San Andrés, como si al cargo vinieran adheridos privilegios que no tiene ningún otro colombiano, usando bienes públicos como el avión de la Fiscalía. Es el propio Francisco Barbosa quien le hace daño a la imagen y a la credibilidad de la Fiscalía con su actitud soberbia e intransigente, con la que lejos de reconocer que se equivocó y enmendar, notifica a la sociedad, con total desparpajo y cinismo, que no le importa y que lo va a seguir haciendo “porque antes que Fiscal es padre de familia”. Es decir, desde su cargo, antes que lo público, prioriza lo privado.

No está atacando a la Fiscalía quien asegura que desde ese organismo judicial se está estigmatizando a la universidad pública cuando en la presentación de un principio de oportunidad se afirma que estudiar derecho en la Universidad Nacional es suficiente para conocer la estructura interna de un grupo guerrillero con esta afirmación: “La ciudadana Trujillo Nova fue estudiante egresada de la Universidad Nacional de Colombia, graduada como abogada, y por esta condición conoce desde su interior la estructura y funcionamiento del Ejército de Liberación Nacional”. Deja muy mal parada a la Fiscalía como institución, que debe ser imparcial y garante de derechos de los ciudadanos, la vicefiscal Martha Mancera, que sin asomo de vergüenza negó este hecho de manera vehemente, después de que el documento ya había sido leído por un fiscal en una audiencia pública. La vicefiscal Mancera se pronunció de la siguiente manera: “Esta Fiscalía jamás aceptaría un principio de oportunidad donde se estigmatizara a un alma máter”. Y como si fuera poco, acudió a teorías conspirativas para asegurar que “intereses oscuros (…) hay detrás de estas noticias falsas para obstaculizar este caso” ¿Qué ataque contra la institución de la Fiscalía puede ser señalar que Mancera está negando lo evidente y afirmando lo que no lo es? Parece que en esa Entidad está prohibido reconocer y rectificar errores. Grave, teniendo en cuenta que gran parte del presupuesto de la Fiscalía, aparte de satisfacer los caprichos y lujos del Fiscal, se va en pagar indemnizaciones por medidas mal proferidas.

Nadie está atacando al Ministerio de Salud cuando le critican al Ministro Fernando Ruíz que haya dicho que a mediados de abril que se estaba aplanando la curva de contagios y que ahora, a mediados de julio, ni siquiera se ha llegado al pico de una curva cada vez más empinada y más preocupante. Es el Ministro el que genera dudas sobre la capacidad que tiene el Ministerio y el Gobierno para manejar desde el punto de vista sanitario esta crisis.

No se ataca al Senado como institución indispensable para la democracia, como cuna de leyes y del control político, cuando se repudia la elección de un presidente de esa corporación con tantos cuestionamientos éticos, legales y laborales como Arturo Char. Es el Senado el que desafía a la sociedad con ese nombramiento. Son los senadores que votan por Arturo Char los que le muestran todo su desprecio a una ciudadanía ávida de liderazgos honestos, serios y comprometidos en las corporaciones públicas. 

El Monseñor de Cali Darío Monsalve dijo que el Gobierno Nacional busca una venganza genocida para destruir lo pactado en La Habana. Esta no es una crítica al Gobierno como institución fríamente reflejada en la Constitución. Es una crítica concreta y específica al Gobierno de Iván Duque cuyo partido, el Centro Democrático, prometió en campaña hacer trizas los acuerdos. Y los resultados están a la vista: Han sido asesinados 215 desmovilizados de las FARC y hace apenas una semana tuvieron que desmantelar el ETCR de Santa Lucía en Ituango, Antioquia, porque la violencia los sacó de allí. En el primer año de gobierno de Iván Duque asesinaron a 226 líderes sociales y en lo que va corrido de 2020 van 37, según cifras no muy creíbles del propio gobierno. A la JEP le redujeron el presupuesto y el Ejecutivo ya ha querido reformarla en varias oportunidades, sin éxito, porque la Corte Constitucional lo ha impedido. Estos son solo algunos ejemplos que soportan la crítica de Monseñor Monsalve. 

Le hace daño al Ejército el comandante Eduardo Zapateiro al despedir al sargento Juan Carlos Díaz, quien tuvo la entereza moral y el valor civil de denunciar a los siete soldados que violaron a la indígena menor de edad de la comunidad Embera Chamí en Risaralda. La lógica del General Zapateiro para despedir a Díaz debería provocar su propia renuncia. Zapateiro dice que Díaz debía haber evitado este hecho porque eran soldados a su cargo. Díaz, los comandantes de Díaz, y los propios soldados que violaron a la niña indígena, todos ellos, están bajo el mando del General Zapateiro ¿Entonces? ¿Quién es el que está perdiendo el control sobre sus tropas? ¿El sargento Díaz o el general Zapateiro? Parece que a Zapateiro le molestan más los integrantes del Ejército que descubren los crímenes que quienes los cometen.

Pasando a lo local, nadie ataca a la alcaldía de Algeciras-Huila como institución, cuando se reprocha que el alcalde niegue que hizo una fiesta violando las normas de aislamiento obligatorio de la pandemia, mientras le transmiten las imágenes de esa fiesta. Es el alcalde el que hace el ridículo pretendiendo que todos los que ven las imágenes y a él negándolas, simultáneamente, son imbéciles. Es ese alcalde el que se ve como un mamarracho con esa sonrisita majadera negando lo que todo el mundo está viendo, y de esta manera pone en entredicho la capacidad de su gestión.

Me podría extender una eternidad en ejemplos para demostrar que los llamados “ataques a la institucionalidad” por parte de los analistas y los críticos sobre lo que está pasando en Colombia no son tal. Son todo lo contrario. Son críticas fundamentadas con las que se evidencia que la institucionalidad está en crisis, justamente por personas que no están cumpliendo bien con su función, que están pervirtiendo la misión que la Constitución y la Ley les asigna a su cargo, y que, producto de ello, están llevando al país al colapso, a la violencia y al caos. Lo que se busca con estas críticas justamente es salvar a las instituciones de las aves rapaces que abusan del poder y sumergen a la función pública en mares de corrupción. Lo único que le queda a Colombia es ciudadanía (fragmentada y sin consciencia de clase, pero ahí está), mientras las instituciones naufragan por culpa del apetito voraz de los dueños del país que cooptaron al Estado para agrandar sus fortunas, fincas, privilegios y poder político, y que han convertido a la función pública en una herramienta más de enriquecimiento y dominación.

El establecimiento está abusando de las instituciones para satisfacer sus propios intereses, está provocando más injusticias de las que puede soportar el cauce de las necesidades de un pueblo cada vez más empobrecido, cada vez más abusado, cada vez más relegado y cada vez más dolido. Esas necesidades se van a desbordar y la gente va a protestar. Decir esto no es criticar la institucionalidad. Es un llamado enérgico para que las instituciones le cumplan a la gente a la cual se deben, para la cual han sido creadas. Los defensores del régimen no pueden seguir diciendo que cada crítica es un ataque a la institucionalidad para proteger a los funcionarios y al sector político e ideológico del que son adeptos. Ese discurso es falaz y además está caduco. La situación calamitosa de millones de colombianos está desnudando esta situación, justamente porque quienes deben honrar a las instituciones haciendo su trabajo con honestidad para la gente que les necesita, no lo están haciendo bien, porque lo que menos les interesa es esa gente. Les interesa otra gente, un pequeño círculo, una pequeña élite, un grupo reducido que asume que sus privilegios son derechos y que si no los pueden ganar los deben comprar: Los que pagan las campañas políticas para comprar al Estado como si les perteneciera.

Fotografía tomada de cerocetenta.uniandes.edu.co

 

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