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Gobernar así es muy jodido

Por Andrés Felipe Giraldo L.

De verdad que no sé cómo hace Gustavo Petro para levantarse a gobernar este país todos los días. Quizá su pasó por la Alcaldía de Bogotá fue un buen entrenamiento, porque ahí tampoco la tuvo fácil. En 2011 le ganó las elecciones al consentido de la gente divinamente ala caray de Bogotá, Enrique Peñalosa, y desde el día cero de su mandato tuvo una férrea oposición de gran parte de la ciudadanía (que por definición no lo quiere), de los grandes medios de comunicación (cuyos dueños le temen), del Concejo de la ciudad (porque Petro es torpe para armar bancadas), y del Procurador General de la época, Alejandro Ordoñez, un monseñor lefebvrista que quiso construir una carrera política sobre el cadáver político de Petro, tal como ahora lo quiere hacer el Fiscal General, Francisco Barbosa. Pero bueno, no me quiero detener en este período porque ya está lo suficientemente documentado (con todo y destitución a bordo), con una animadversión fabricada tan evidente, que luego la misma ciudadanía optó por Petro para Presidente. Y acá lo tenemos, gobernando, a pesar de todo y de todos.

Y es que el odio por Petro es perceptible solo en notar cómo y a quién le ganó la segunda vuelta presidencial. Rodolfo Hernández, alias el ingeniero, inhabilitado por la Procuraduría por 14 años para ejercer cargos públicos por corrupto (lo que a su edad es una inhabilidad de por vida), por poco se queda con la Presidencia, si no se hubiera hecho la anticampaña que se hizo, dejando el país en vísperas de la segunda vuelta y mandando mensajes desde yates en Miami, lo que prácticamente lo convirtió en un candidato inviable para llegar a la Casa de Nariño. Sin embargo, y a pesar de lo grotesco del personaje, Rodolfo logró más de 10 millones de votos, cerca de Petro por menos de 600 mil votos, lo que auguraba desde el vamos que la oposición contra Petro iba a ser feroz y numerosa. Incluso, muchos de los excandidatos que se hacen llamar “de centro”, que no es más que la derecha que usa el discurso de la izquierda en campaña para ganar votos, votó por el impresentable de Rodolfo Hernández, incluyendo a los hermanos Galán (hoy resucitados políticamente por cuenta de la Alcaldía de Bogotá) y Carlos Amaya, el dueño de Boyacá.

Solo hay que recordar que el día que ganó Petro los anuncios sin fundamento sobre la trepada del dólar no se hicieron esperar y la mayoría de comentaristas del establecimiento se convirtieron en profetas del caos prediciendo años tristes y difíciles para Colombia, especulando con que la economía iba a ser desastrosa y, cómo no, que, palabras más, palabras menos, “nos volveríamos como Venezuela”, la predicción favorita de los odiadores profesionales de Petro. Pues bien, han pasado 15 meses de este gobierno y 17 desde que Petro fue electo y aún los detractores de Petro ven con asombro, casi que con decepción, que en los supermercados abunda el papel higiénico, que el precio del dólar no solo no sube a niveles exorbitantes sino que baja, que la inflación está controlada, y que con más y con menos, aún estamos muy lejos de volvernos como Venezuela. Además, muchos de los que dicen que Petro es un dictador, pudieron salir a las urnas el pasado 29 de octubre para votar por sus candidatos, y sus candidatos ganaron, y van a gobernar a nivel local. Parafraseando a Vargas Lleras, “que dictador tan chimbo”, porque la democracia, contrario a lo que muchos pensaban, goza de buena salud en Colombia, para tener de Presidente a un presunto dictador.

Sin embargo, la fábrica de desinformación, tergiversaciones, rumores y verdades a medias que le disparan mierda al Presidente desde todos los flancos todos los días, es inagotable. En la columna anterior me referí a los escándalos armados desde Revista Semana con los insumos de la Fiscalía General de la Nación que han formado una tenaza de filtraciones y malversaciones de la información para minar la gobernabilidad de Petro. Por eso hoy me voy a referir a los escándalos más recientes, cada vez más insustanciales y patéticos.

Todo empezó el domingo pasado, cuando la reputada periodista María Jimena Duzán puso a circular en forma de “carta abierta” el rumor de que el Presidente es adicto a las drogas. No presentó ninguna prueba, solo manifestó que “algunas fuentes le informaron”, sin más sustento que esa afirmación sin sustento. Por supuesto, Petro respondió como se debe responder a un chisme, de manera corta y concisa, que solo era adicto al café de las mañanas. Era una respuesta obvia ante una insinuación temeraria y falaz que surgió justo antes de un podcast que la propia Duzán y Alejandro Gaviria (el exministro de salud de Santos que jamás notó que Petro lo había nombrado en la cartera de educación y no en la de salud) llamado “Sobredosis”, una grotesca casualidad que hace conjeturar (como le gusta a María Jimena) que no era más que una vulgar estrategia de marketing para publicitar el dichoso podcast. Y es que los ataques del periodismo de la derecha como el periodismo de Semana eran perfectamente predecibles, para eso los compraron, pero Petro ha soportado ráfagas de desinformación de medios más tibios como la Revista Cambio, que publicó esa carta infame de María Jimena, o de la Silla Vacía, que se convirtió en vocera de los intereses empresariales del país, porque allí están muchos de sus financiadores (los de la Silla).

Por supuesto, la “carta abierta” de María Jimena Duzán le ha dado alas a opositores taimados como Juan Manuel Galán (envalentonado ahora por los logros de su hermanito Carlos Fernando) y a otros más directos como el impresentable Miguel Polo Polo, usurpador de la curul afro, para dar como un hecho las supuestas adicciones del Presidente, llegando al extremo ridículo y casi hilarante de tomar como prueba la forma en la que Petro se come un sancocho. No creo que la buena de María Jimena no calculara el daño que le podría hacer al Presidente este rumor. Lo que realmente no calculó es el daño que estas especulaciones sin fundamento le pueden hacer al periodismo.

Como si esto no fuera suficiente, en medio de la semana el Senador JP Hernández (quien supuestamente hace parte de la bancada de Gobierno porque el Partido Alianza Verde aún no ha deshecho semejante hipocresía), se le metió a la cocina al Presidente y a la Vicepresidente para esculcarles el mercado. Pues bien, en su emotivo discurso el youtuber devenido en congresista realizó fuertes denuncias sobre la cantidad de dinero que el DAPRE invierte en alimentos ultraprocesados, conservas y hasta papitas fritas, con el tenebroso saldo de que en realidad es un presupuesto austero para dotar a dos entidades relativamente grandes como lo son la Presidencia y la Vicepresidencia. El Senador quería evidenciar la contradicción de que se esté promoviendo un impuesto para desincentivar la ingesta de comida chatarra y al mismo tiempo desde la Presidencia se compren estos productos. Está bien, es una reflexión válida, pero no para elevarla al nivel de un escándalo o un crimen, con el tono grandilocuente que ha usado el Senador para atacar permanentemente al Gobierno, sin aportar nada más en su función que críticas y videos, dejando de lado sus funciones legislativas.

Y para cerrar la semana, Univisión filtró el comentario del abogado de un narcotraficante colombiano extraditado cuyo titular afirmaba lo siguiente: “Hermano del presidente Petro estuvo involucrado en una oferta de amnistía a cambio de dinero a un acusado de narcotráfico que afrontaba extradición a EEUU”, luego de varios reclamos le agregaron a ese titular “según abogado”. Sin embargo, cuando se lee la noticia es evidente que no es más que un rumor más, en el que el tal abogado rectifica la información y dice que un tercero, en nombre del hermano del presidente, le pidió dinero a cambio de la no extradición. Por supuesto, ni el nombre ni el origen de ese tercero aparece por ninguna parte y el hermano del Presidente desmiente esa información diciendo que no conoce ni al narcotraficante ni a su abogado. Parece como si la intención de la gran prensa en Colombia fuera la de poner a circular rumores con base en “testigos anónimos” como lo hace Semana o en “cartas abiertas” como lo hace Cambio, con el único fin de seguir minando la poca gobernabilidad que tiene ya el Presidente. 

Por supuesto, no pretendo decir que el Presidente Petro es perfecto y que es inmune a la crítica o al control político o ciudadano, por supuesto que no. Lo que es evidente es la mala intención con la que se le está atacando con información fabricada con base en rumores y conjeturas que rápidamente son transformadas por la oposición política en hechos que muestran como verdades insalvables, que hacen del Gobierno un desastre y de su gestión el producto de la imaginación de un loco delirante, quizás drogado, además. Esa dinámica es perversa. Por ejemplo, solo ayer el Ministro de Hacienda tuvo que salir a desmentir el bulo de que el Gobierno iba a incrementar en un 300% el impuesto predial, después de que gran parte de la prensa tradicional hubiera esparcido esa noticia, cuando solo era una medida que busca aliviar dicho impuesto cuando se ajusten los avalúos catastrales de predios que se van a valorizar hasta en un 1000%. Ya gran parte de los políticos y empresarios que odian a Petro estaban hablando de “expropiación” y alguna que otra equicera pendeja estaba proponiendo un golpe de Estado.

Y para terminar, resulta repugnante cómo la derecha radical de Colombia, incluyendo al Senador JP Hernández, estaban esparciendo el rumor de la muerte del papá de Lucho Díaz, con la sangre en el ojo, esperando a que esto sucediera casi que con ansias para echarle la culpa a Petro. Que don Luis hubiera salido vivo casi que fue una derrota para ellos, y apenas en libertad empezó a hablar de paz y de diálogo, dejaron de entrevistarlo. Ese discurso no les conviene.

Así es muy jodido gobernar. Petro no solo tiene que lidiar con los miles de problemas que tiene este país sino que además tiene que lidiar con una oposición sucia y malintencionada. Además, no le juega a favor que su habilidad de comunicación es precaria, que su oficina de prensa es inoperante y que abusa de la red social X para responder en caliente lo que debería hacer de una manera más técnica y pausada, como lo hizo el Ministro de Hacienda sobre el episodio del incremento del predial. Insisto, Petro tiene muchas falencias que le están complicando su mandato. Haberle dado tanto juego político a su hijo Nicolás fue un error y lo está pagando en los estrados judiciales con un Fiscal que se relame ante cualquier oportunidad para hacerle daño. Su capacidad para armar bancadas o ganar elecciones locales es limitada porque en este sentido es autócrata y terco y prefiere a los áulicos como Bolívar que a candidatos más serios y preparados, porque le encantan los seguidores que no le hagan sombra ni contrapeso. Por eso es necesario despetrificar a la izquierda en Colombia, pero eso será argumento de otra columna.

Por lo pronto, es evidente que a Petro solo le queda pueblo para gobernar. Los grandes grupos económicos en el país lo detestan porque desafía sus privilegios y las dinámicas que los han enriquecido a costa de la pobreza de las mayorías. En el Congreso tiene que parir cada iniciativa porque no logra conformar mayorías, justamente por su terquedad para armar las listas que le respaldan y por las traiciones permanentes de los congresistas que se han declarado de gobierno, pero que claramente no lo son, como el Partido Alianza Verde, que lava corruptos como Iván Name mientras calienta tibios como Catherine Juvinao. La prensa lo ataca, incluso la que parecía más ecuánime y sensata, a punta de chismes y rumores, que hacen más daño justamente por esa imagen impoluta que los blinda de la crítica. Y una gran parte de los ciudadanos que aún ven con desconcierto que la economía no se desploma, que Petro no es un dictador y que muy a su pesar encuentran los supermercados surtidos dando al traste con la eterna predicción de que nos íbamos a volver “otra Venezuela”. Han pasado 15 meses y no estamos ni cerca de ser otra Venezuela.

Por eso, desde lo personal, espero que al Presidente le vaya bien porque creo que las reformas que propone son urgentes y necesarias. No voy a ahondar en el por qué porque ese es otro debate, pero para eso lo elegimos. Los que votaron por Petro creyendo que iba a mantener sus privilegios, hoy están arrepentidos, por supuesto. Jamás creyeron que lo de las reformas era en serio y algunos se creyeron con la inteligencia y la habilidad suficiente para hacer de su mandato una “explosión controlada”, porque hay gente tan presuntuosa y arrogante que cree que lo controla todo, hasta la gestión de un Presidente que lo barrió en las elecciones.

Pero Petro tiene que ser consciente de que aún le quedan tres años de nadar contra la corriente, que estos ataques no solo se van a incrementar sino que van a ser peores, y que en vez de estar dando peleas por X tiene que dar las discusiones en el campo y con la gente, comiendo sancocho, porque ahí está su respaldo más seguro y sincero. Y sobre todo, Presidente, tiene que darle más difusión a lo que ha logrado que no es poco. No es poco que por fin un Presidente de izquierda esté gobernando. Pero por favor comprenda que la izquierda existía antes y existirá después de usted. Sea usted el primero en despetrificar a la izquierda y entregue la posta para poder aspirar al Gobierno la próxima y muchas veces. Usted concéntrese en este gobierno que lo tiene bien difícil. Nosotros estamos para apoyarlo, defenderlo y cuando sea necesario, criticarlo. Pero deje a otros que forjen el futuro porque usted está sembrando una semilla, pero no es el árbol.

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