LiteraturaReflexiones

Pedazos

Por Andrés Felipe Giraldo L.

Estoy mirando mis pedazos regados en el suelo. Y la verdad, no les hallo forma. Hay fragmentos de pasado, un presente difuso y al futuro no lo encuentro. Si estos trozos son como piezas de un rompecabezas que debo armar de nuevo, siento que hacen falta partes. El amor propio está quebrado en las esquinas. Eran filosas y alguien las cortó para que no hicieran daño. El fracaso está intacto, siempre en su lugar, posando una sombra larga sobre los anhelos y los sueños.  Me veo ahí, roto, sin pies para pararme, sin cabeza para pensar.

Contemplo este reguero adolorido, mientras bebo sorbos largos de un vino amargo a pico de botella. No sé cuándo empecé a agrietarme y tampoco vi venir este derrumbe. Solo estaba allí parado, en el tedio de la rutina, en los días de sobrevivir, viendo hacia la nada, como casi siempre. En un instante, en un parpadeo descuidado, resbalé en el charco de mis propias lagrimas y caí al vacío de una soledad infinita. Traté de agarrarme de algunas ilusiones, pero eran lianas sueltas.

Estoy mirando mis pedazos regados en el suelo. Los levanto uno a uno como si fueran trozos de un espejo en el que se refleja mi tristeza. Suspiro profundo y los vuelvo a dejar en su lugar, sin ganas de recogerlos, sin ganas de reparar. Me tiro al suelo boca arriba y sigo bebiendo, cada vez más lento, con sorbos más pausados, y me echo a recordar. Añoro los problemas de la infancia, tan desprovistos de eternidad. Añoro el aroma de la pipa de mi padre, que me llevaba hasta sus libros. Añoro escribir sin pensar, juntando palabras al azar.

No sé por dónde empezar. Las ganas no me alcanzan para la lástima. Quiero dejar esos pedazos ahí, que se los lleve un vendaval, que los tire donde quiera.  Quiero quedarme acá con mi botella, tendido, derrotado, destapar y beber otra, permanecer atrapado en este vacío lleno de preguntas, en esta soledad. 

Estoy mirando mis pedazos regados en el suelo. Esos pedazos que son lo que soy, fragmentos dispersos, vida que llaman. Aquí estoy, roto, aferrado a la botella, sin respuestas ni culpables, con vino y con tristeza. Por algún lado estará el futuro. Ojalá todavía sirva. Lo voy a buscar debajo de los anhelos y los sueños, bajo la sombra del fracaso.  Y voy a seguir, arrastrándome quizás. Porque qué.

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