Por Marco F. Suárez-Agudelo
Cada año, en la época de graduaciones, es común que las directivas de los centros educativos inviten a destacados líderes o académicos para que dirijan unas palabras a los graduandos y demás invitados a la ceremonia. En esta ocasión, el presentador del acto, luego de los saludos de rigor, los respectivos agradecimientos a las autoridades presentes y destacar el honor por la invitación, empezó diciendo:
«Hoy quisiera hablarles sobre la importancia de la verdad en su vida profesional futura». Hizo una pausa y prosiguió: «En un mundo donde la información es abundante y la desinformación es rampante, la capacidad de discernir la verdad es más importante que nunca. La verdad es un concepto complejo y controvertido que ha sido debatido por filósofos, científicos y teólogos durante siglos. No existe una definición única de verdad, pero a menudo se la describe como la correspondencia entre una creencia y la realidad. La verdad es la conformidad entre lo que se dice o se piensa y lo que es. Sin embargo, esta definición es problemática, ya que plantea la pregunta de cómo podemos saber si una creencia se corresponde con la realidad. Desde otra perspectiva, la verdad es la cualidad de decir o hacer algo que es correcto. La verdad es importante porque es la base de la confianza y la integridad. Cuando somos honestos y transparentes con los demás, construimos relaciones más fuertes y duraderas. En última instancia, la verdad es un concepto que cada individuo debe definir por sí mismo».
«Antes de seguir, y sin intentar incomodarlos, quisiera pedirles que levanten la mano quienes han mentido al menos una vez». Luego de una corta pausa, el orador exclamó: «Aaahhh… ya veo», y agregó: «Sin ser exactos, más del 30% se atrevió a levantar la mano, el resto por cualquier razón prefirió no ser fichado, aunque no creo que nunca hayan mentido. Alguna vez han fallado, así sea en algo sin trascendencia. Pero no se preocupen. Es lo usual en nuestro medio donde somos bombardeados con mentiras de toda índole. La opción es aceptar esa condición o plantarnos. ¿Acaso nos hemos puesto a pensar en el significado de esa inocente actitud tan arraigada y que ni siquiera nos inmuta? Las mentiras pueden tener un impacto profundamente negativo en la sociedad, erosionando la confianza, dificultando la toma de decisiones informadas y creando un clima de desconfianza y apatía».
«No siempre es fácil saber qué es verdad y qué no. De seguro durante su formación tuvieron tiempo de debatir los significados, las causas y consecuencias del buen uso de la verdad. Los primeros veinticinco años de este siglo han sido una época de cambios significativos en la forma en que la sociedad maneja la verdad. Estos cambios han tenido tanto impactos positivos como negativos, y es probable que continúen teniendo una huella en la forma en que viviremos nuestras vidas en los años venideros. Hemos sido testigos del impacto causado por el uso indiscriminado y confuso de la verdad en los medios de comunicación en donde las mentiras reflejan matices de las otrora verdades».
«La verdad ha evolucionado significativamente en la sociedad a lo largo de la historia. En el pasado, la verdad a menudo se basaba en la autoridad y la tradición. Las personas confiaban en las enseñanzas de los líderes religiosos, los filósofos y los científicos para comprender el mundo que las rodeaba. No obstante, con el tiempo, la gente comenzó a cuestionar estas autoridades y a buscar su propia verdad. Esto condujo al desarrollo del pensamiento crítico y el método científico, que permitieron a las personas probar y verificar la información por sí mismas. Hoy en día, la verdad se considera más compleja y matizada que en el pasado. Se reconoce que hay diferentes tipos de verdad, como la verdad objetiva y la verdad subjetiva, y que la verdad puede cambiar con el tiempo a medida que aprendemos más sobre el mundo. En el mundo contemporáneo, donde la información fluye a un ritmo vertiginoso, la verdad se ha convertido en una mercancía valiosa para los medios de comunicación. Los medios tienen el poder de moldear la opinión pública y, por lo tanto, pueden influir en las decisiones de las personas y las sociedades. Sin embargo, en la búsqueda de audiencias y ganancias, algunos medios pueden priorizar el sensacionalismo y la parcialidad sobre la objetividad y la precisión. Esto puede llevar a la difusión de información falsa o engañosa, contribuyendo a la confusión y la desinformación. Además, la dependencia de los medios como fuente principal de información puede hacer que las personas pierdan la capacidad de pensamiento crítico y análisis independiente. Las nuevas generaciones se informan de preferencia por redes sociales ignorando los medios tradicionales. Por lo tanto, es crucial que los consumidores de medios desarrollen habilidades para discernir entre la verdad y la falsedad, y para buscar fuentes confiables y verificadas con el fin de obtener información precisa».
Hasta aquí, la mayoría de los oyentes pensaban que el orador expresaba lo que todos sabían, pero poco les importaba o interesaba, asumiendo que así era la vida y eran las reglas del juego impuestas por el establecimiento. El disertante casi adivinó lo que pensaban los oyentes y en un tono enérgico prosiguió: «Anhelo que la cohorte de graduandos presentes haya recibido y adquirido las herramientas que les permitan identificar la verdad e incorporar este nuevo hábito que los deberá acompañar hasta el día de su muerte. Les recuerdo algunos puntos claves, que de seguro ya discutieron en su formación. Las pautas para implementar e identificar la verdad pasan por: primero, incorporar en su quehacer diario la capacidad de analizar la información y los argumentos de manera objetiva y racional, lo que sus profesores denominan pensamiento crítico. Segundo, apropiarse de la capacidad de entender y evaluar los diferentes tipos de medios y su impacto en la información que transmiten, lo que definiremos como alfabetización mediática. Tercero, adquirir la capacidad de verificar la exactitud de la información a través de múltiples fuentes. Cuarto, buscar fuentes confiables, es decir, desarrollar la capacidad de identificar fuentes de información fiables y creíbles. Quinto, reconocer y contrarrestar los propios sesgos y prejuicios (conciencia de sesgos). Ustedes con su trajinar profesional podrán incorporar criterios adicionales que irán identificando en el camino; pero creo recordarles, como lo vieron en sus aulas, que este es un buen comienzo».
«Algunas personas manipulan la verdad para obtener ventajas sobre los demás. Por ejemplo, un político puede mentir sobre su historial para conseguir votos. Otros manipulan la verdad para protegerse a sí mismos o a sus seres queridos. Por ejemplo, un niño puede mentir a sus padres sobre sus calificaciones para evitar ser castigado».
Con vehemencia, el ilustre orador agregó: «Navegamos en un mar de mentiras. Nos acostumbraron los medios de comunicación emitiendo verdades incompletas y nosotros aceptamos sumisos los mensajes. La mentira es un producto inigualable sujeto a las reglas del mercado. Esas mentiras salpicadas con verdades representan el matiz de una historia incompleta que complace a los poderosos quienes la enarbolan para sus propios intereses. Así surge una característica: la verdad no es suprema, siempre aparecen mentiras disfrazadas, entrelazadas, que apenas son verdades para una minoría por un corto tiempo, mientras se construye otra verdad mentirosa que alimenta esa gran masa esclava de los medios que no están interesados en explicar las verdades raquíticas».
«La mentira es un mal. Vivimos esa epidemia que enceguece y hace que al tomar partido o ignorarla favorezcamos a alguien que no conocemos. Tenemos ejemplos que ilustran esta catástrofe entre los que cabe mencionar: el manejo de la epidemia de COVID-19. Desde el comienzo de la pandemia, ha habido una gran cantidad de información errónea y desinformación sobre el virus, su gravedad y los tratamientos efectivos. Esto ha llevado a la confusión y la duda, dificultando que las personas tomen decisiones informadas sobre su salud y seguridad».
«Por otro lado, las elecciones de los Estados Unidos en 2020 y 2024 estuvieron plagadas de acusaciones de fraude electoral y otras irregularidades. Esto condujo a una profunda desconfianza en el proceso electoral y a una mayor polarización política».
«También tenemos las guerras en Ucrania y Palestina: estas guerras han sido objeto de una continua e importante propaganda y desinformación por parte de las partes en conflicto. Esto ha hecho que sea difícil para las personas obtener información precisa sobre lo que está sucediendo en el terreno».
«Tampoco podemos olvidar el cambio climático: es otro tema que ha estado sujeto a una gran cantidad de desinformación. Esto ha llevado a la confusión y la duda sobre la gravedad del problema y la necesidad de tomar medidas».
«Por último, quiero mencionar la propagación de noticias falsas en las redes sociales: Las redes sociales se han convertido en una fuente importante de noticias para muchas personas. Sin embargo, también se han utilizado para difundir noticias falsas y desinformación. Esto ha dificultado que las personas se mantengan informadas sobre los acontecimientos».
«Por donde se lo mire, es iluso creerle a los poderosos caracterizados por el cinismo y la falta total de ética. Limitan que la mayoría se aboque a una verdad cruda, objetiva. Prefieren alterar la realidad en busca de réditos. La corrupción es algo flexible, una mala noticia con la verdad. Existen artistas que esconden la realidad con tintes según la circunstancia del día».
El disertante finalizó expresando que en la sociedad de la desinformación el verdadero peligro no es la maldad sino la estupidez. «La estupidez se propaga muy rápido y somos poco conscientes de sus consecuencias. Los matices de la estupidez mezclados entre verdad y mentiras resultan ser la acción de gobernar. En síntesis, la verdad es esencial para tomar decisiones acertadas».
«Recuerden» dijo para concluir «la verdad los hará libres. Así que salgan y conquisten el mundo con integridad y honestidad. Termino parafraseando a Shakespeare: “La verdad es un espejo que refleja nuestro verdadero yo”».
«Muchas gracias».
Irrumpieron los aplausos entusiastas y los presentes se miraban entre sí en señal de aprobación. El rector se levantó de su silla y con un sigilo prudente, pausado e inesperado, ahogó los aplausos, se dirigió a la tarima del orador y, sin mirar a los asistentes, apagó la inteligencia artificial, dejando al auditorio enmudecido.
*Imagen tomada de Pixabay.
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