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Chat GPTerapeuta

Por Camilo Andrés Cabarique Méndez

Desde hace mucho tiempo, los avances tecnológicos han sido un sinónimo de nuestro progreso como especie, pues con ellos hemos logrado mejoras en la salud, en la eficiencia en la manera en la que realizamos las cosas y en nuestro conocimiento sobre diversos fenómenos cuyas explicaciones iniciales se remontaban a lo divino. Esto nos ha permitido crear nuevas formas de afrontar dificultades, superar catástrofes y pandemias y, en general, sobrevivir como especie. Sin embargo, ¿qué sucede cuando estos avances tecnológicos amenazan con arrebatarnos lo que con tanto esfuerzo ha logrado la humanidad? Y, lo que es más preocupante, ¿qué pasa cuando esta amenaza se da en un corto plazo?

En los últimos meses he escuchado a varios pacientes hablar de lo «maravilloso» que resulta la aplicación ChatGPT (una aplicación de inteligencia artificial desarrollada en 2022) para realizar muchas actividades que, antaño, resultaban tediosas o prolongadas. Actividades tales como escribir una tesis, realizar un resumen de algún libro o artículo o encontrar respuestas para las que previo a esta aplicación se requerían los diversos conocimientos que se iban adquiriendo con el estudio y la experiencia. Pero lo más preocupante, para mi campo como psiquiatra, es que varios pacientes me han dicho que esta aplicación les ha sido útil como mecanismo de afrontar estresores e, incluso, lo gratificante que ha sido esta aplicación en una «modalidad» terapéutica, resaltando que es gratuita y que, en resumidas cuentas, «dice o hace lo mismo que un psicoterapeuta».

El tema sobre los costos de un proceso psicoterapéutico siempre será un punto álgido, pues si bien es cierto que hay procesos que pueden ser costosos e interferir con la estabilidad económica de una persona, en la otra cara de la moneda están los gastos excesivos que no son criticados o vistos como exagerados. Personas que se dan el lujo de salir cada 15 días de fiesta y gastarse grandes cantidades de dinero en menos de 24 horas, o quienes gastan altos montos en un corte de pelo o masaje para sus mascotas, o quienes realizan viajes constantemente únicamente para tomar una foto que demuestre su poder adquisitivo, etc.  Aunque cada persona es libre de invertir o gastar su dinero en lo que considere mejor, el punto es que no siempre la dificultad en ir a terapia está en el nivel económico.

Pero, como mencioné antes, lo que realmente preocupa está en considerar que es lo mismo ir a terapia, sea con psicología o con psiquiatría, a chatear con una aplicación. A pesar de que es cierto que las respuestas que esta aplicación lanza pueden parecer empáticas y pueden hacernos sentir mejor en un momento de crisis, en realidad dista mucho de lo que es en verdad un proceso terapéutico, pues la terapia es precisamente eso: un proceso. Un proceso en el que nos atrevemos a pensarnos; en el que buscamos mejorar nuestra salud mental, al poder hablar de las situaciones que nos resultan difíciles con la intención de buscar mejores estrategias para afrontarlas y lograr resultados que, al largo plazo, sean benéficos para nuestra estabilidad. Este proceso, que puede llegar a ser prolongado dependiendo de la situación, puede resultar doloroso en algunos momentos, en especial al hablar de situaciones traumáticas o hechos en los que se ha salido lastimado, pero son precisamente esas situaciones las que nos permiten superarnos y debido a las cuales, al salir adelante, logramos fortalecer nuestros mecanismos de afrontamiento y de defensa. Durante este proceso, se logra la identificación y expresión emocional necesarias para poder conocer qué situaciones o conductas nos generan malestar con el objetivo de poder plantear límites sanos que mantengan nuestra salud emocional. Una afirmación que he escuchado de varios pacientes ha sido el «le pedí a ChatGPT que escribiera una carta a una persona en la que pueda expresar mi molestia frente a su conducta».  Frente a esta situación y a otras similares es que nace la razón de este escrito.

No podemos permitir que, por el temor a enfrentarnos a nuestros propios sentimientos, o por pereza, o por los motivos que resulten dolorosos, una aplicación nos robe la capacidad de sentir y de pensarnos. Es precisamente la capacidad de inventiva, de expresión emocional y de resolución de conflictos lo que nos ha llevado a ser lo que somos ahora y, en mi opinión, no deberíamos dejar que se nos despojen esas características tan humanas que nos definen.

Sé que puede parecer que hay muchos motivos «de peso» para no ir a terapia, pero en contraparte hay muchos motivos reales para hacer un proceso terapéutico serio con un profesional en el campo de la salud mental que realice una escucha activa en la que se pongan sobre la mesa las situaciones conflictivas y las maneras en las que se han intentado resolver (o la forma en cómo se cree que deberían resolverse), con la intención de tener una visión más completa y objetiva de los problemas ,lo cual permite una mejor resolución de los mismos .Las respuestas que puede lanzar ChatGPT, si bien pueden parecer empáticas, no tienen la profundidad de un proceso psicoterapéutico real; estas respuestas están programadas por un algoritmo que ofrece la “mejor” solución a lo que se le está planteando, mas no cuenta con la empatía que una persona puede lograr. Si se diseña un brazo robótico con una cámara que al momento de ver a una persona llorar le ofrezca un pañuelo, no significa que éste cuente con un proceso de empatía que le permita saber cómo se siente la persona implicada, es sólo su programación.

Invito a quienes lean este escrito a que inviertan en su salud mental. Que se arriesguen a identificar sus emociones para poderlas gestionar, que no permitan que la tecnología les arranque algo tan humano como la tristeza, la rabia o la inconformidad. Lograr hablar de lo que nos afecta es un gran paso para poder mejorar la manera en la que vivimos, no es de débiles ni de cobardes hablar de nuestras emociones; por el contrario, atrevernos a avanzar, por doloroso que parezca, de la mano de un profesional es la mejor forma de cuidarnos y de evitar el deterioro de nuestra salud mental. Invito a todos quienes consideren que tienen un problema de salud mental que, por mínimo que pueda parecer, acudan a los servicios de psicología o de psiquiatría, pues nuestra función no es estigmatizarlos, juzgarlos ni mucho menos minimizar ni normalizar lo que están sintiendo. Nuestra función es favorecer su estabilidad mental, ayudarlos a conocer qué situaciones generan tensión emocional y guiarlos hacia una resolución del conflicto, lo cual no se hace de manera inmediata y, como dije anteriormente, requiere de un proceso serio, adecuado y constante.

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