Por Andrés Felipe Giraldo L.
13 de febrero de 2023, Bogotá, Colombia
La escritura es la que me ha mantenido atado a la vida. Esta lucha diaria que tengo contra la existencia misma, solo la resuelvo en la reflexión que me permite el acto de pensar y escribir, que es como un diálogo permanente entre mi yo sereno y mi yo atormentado, un diálogo entre letras, palabras, frases y párrafos, que no buscan más que drenar mi alma para poder continuar el camino de la cotidianidad que a veces es tan opaco, difícil y confuso. El resultado de estos diálogos no tiene nada que ver con la reconciliación de mis demonios con mi aura para que me dejen en paz. Es simplemente una batalla sin vencedores ni vencidos, la bilis hecha tinta que se manifiesta en el papel para que al menos mis ojos descansen un poco mientras proceso lo que he dicho, porque muchas veces escribo más con el hígado que con el cerebro.
Sin duda, la vida me ha pesado y me ha pasado. En esta compilación hay textos de los últimos diez años, diez años en los que he cambiado de lugares, de estado civil, de peso, de empleo, de años y de formas de ver la vida. El gran dilema que me planteo cada vez que escribo es por qué y para qué escribo. Y en esas espirales de preguntas infinitas termino cuestionándome sobre por qué y para qué vivo.
Estos textos son una fracción de mi tedio vital, para que vean por una rendija cómo hago para superar el desespero de no saber cómo lidiar con las horas, con los retos y con los desafíos en los que se ha convertido el sagrado derecho a ocupar este mundo, aunque parezca más bien una cárcel en la que estamos atrapados por la fuerza de gravedad.
En estas páginas encontrarán los escritos de una persona que fue diagnosticada en agosto de 2021 con un trastorno de depresión mayor moderada por un psiquiatra. Es decir, encontrarán el drenaje de una persona enferma de tristeza que lidió con medicamentos durante más de un año para entender qué era lo que tenía. Hoy, en retrospectiva, creo que la depresión se ha habituado a mí y yo a ella de tal manera que cohabitamos entre letras para entendernos mutuamente. Y acá están esos diálogos con base en los cuales he ido descifrando que, aunque creo que mi vida no tiene un propósito, escribir para mí es tan importante como vivir y que escribir y vivir, al final, para mí son lo mismo.
Tal vez no encontrarán nada que les sea útil. No habrá consejos para superar la tristeza ni reconciliarse con la vida. Esto se parece más a una porqueriza llena de lodo y mierda en la que el marrano se revuelca y es feliz, aunque para los demás resulte repugnante.
Quien lea estas páginas consumirá un poco de tiempo en soledad, ya sea en la sala de un aeropuerto, en el paisaje de un día lluvioso o en la mesita de noche para dormir pensando que hay alguien más jodido que ustedes. Seré su compañía durante el tiempo que les tome leer este libro. Perdón por esta pornografía espiritual en la que desnudo mi alma en las posiciones más aberrantes. Mi confusión, mis preguntas sin respuesta, mis tormentos y mis espasmos de locura sobre la vida en el vacío, sobre esos conflictos existenciales de las noches de insomnio, sobre la incomodidad absurda que produce estar simplemente bien, en esos estanques panditos de la cotidianidad y la rutina en los que no pasa nada… hasta que los lirios me cubran.
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